lunes, 17 de septiembre de 2018

De qué hablo cuando hablo de escribir

Empecé a leer este libro de uno de los autores con el que más simpatizo, llamado Haruki Murakami con la idea de contrastar mi propia incapacidad de dilucidar si estoy en la vía correcta o no de ser capaz de escribir algo y en sus páginas me encontré con la misma duda. Quizás ni quienes escriben todo el tiempo sientan que pueden canalizar sus ideas, pensamientos y mundos con la claridad que quisieran pero al menos sé que me siento igual a muchos otros más: en la más absoluta penumbra y por eso quiero escribir.

¿Sobre qué quiero escribir?

Bueno, en principio; debo confesar que siempre se me dio el escozor de la letra. Desde pequeña, ni bien aprendí a escribir tomé papel y lápiz y puse en ellos mis propias versiones de cuentos, oraciones sueltas que pretendían ser letras de canciones o poesía, simplemente porque sentía que hacerlo me hacía feliz y conforme fui creciendo, adopté más y más herramientas para hacerlo. Más lecturas y un juego inventado por mi misma de buscar palabras en el diccionario se convirtieron en un hábito encarnado y para los dieciséis ya había escrito numerosas poesías, cuentos cortos y tres novelas. ¿qué pasó luego? la universidad. Y sé que muchos entenderán de qué hablo.
Si me hubiera decidido por estudiar letras, probablemente no me hubiera dedicado a nada más que escribir, pero eso no sucedió. se convirtió en un hobbie reflotado casi diez años después y sin intención alguna me vi tecleando como posesa sobre un teclado.
Tras muchos traspiés (en los que no voy a ahondar por ser de carácter personal) procesé en mi cabeza esta sensación traída desde tiempo: quizás si pueda dedicarle seriedad y tiempo, podría ser una escritora.
Finalmente me encuentro en un momento de la vida en la que obtuve suficiente bagaje como para animarme a intentarlo, aunque todavía presento dudas tales como: ¿podré poner entusiasmo sobre una idea y desarrollarla en su plenitud, de manera interesante, para satisfacerme lo suficiente y no desanimarme en el intento? Primer fantasma: el famoso bloqueo.
¿Ese contenido le interesará a alguien más para gastar su valioso tiempo en leerlo? segundo fantasma: la inseguridad al respecto de si mi texto es lo suficientemente bueno.
¿seré capaz de producir algo coherente y sustentable en el tiempo, capaz de redituar?
tercer fantasma: toda letra está destinada a ser publicada, ovacionada y redituar directa o indirectamente.


Si me lanzo a la aventura de escribir, que sea porque me hace feliz y me libera de mis miedos, ansiedades y me ayuda a mejorar mi memoria (por ejemplo).
Si se da a conocer y a la gente le gusta, mejor, pero no pretendo demostrar brillantez y genialidad, sino simplemente poner en palabras algo que anda rondando por mi mente, mi propia reconstrucción de un mundo inacabado.
Si se publica, si tengo esa bendición de poder acercar estos pensamientos a los demás y ellos aceptan donar su tiempo y energía en leerlos, me sentiría honrada. No busco hacerme famosa ni ganar millones, simplemente no creo que esa sea la meta de un escritor.
A partir de esto, entonces, me estoy concentrando en recuperar el ritmo que solía tener y encontrarle un orden a mis voces, solo así seré capaz de descubrir sobre qué me interesa escribir.
Por el momento, solo soy una buscadora de un tesoro escondido.